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Los científicos no logran divisar
dos tercios de estos agujeros debido a nubes de polvo estelar que tapa la visión. Pero el WISE los detectó en su totalidad debido a que, como están en fase activa, calientan el polvo estelar de manera que genera la visión infrarroja.
Gracias a las imágenes obtenidas por el telescopio, los astrónomos descubrieron también otros objetos únicos como, aproximadamente, mil galaxias calientes y superluminosas, la mayoría de las cuales se ubican a unos 10.000 millones de años luz de la Tierra. Son dos veces más calientes que las galaxias ‘convencionales’ y 100 billones de veces más luminosas que el Sol. Su característica principal es la formación extremadamente activa de estrellas.
La NASA lanzó WISE (por sus siglas en inglés, de ‘Wide-field Infrared Survey Explorer’ que podría traducirse como ‘explorador para el estudio de infrarrojos de amplio espectro’) al espacio el 14 de diciembre de 2009. Su tarea fue componer un mapa infrarrojo del ‘cielo’. 10 meses después se le acabó el líquido refrigerante necesario para que los detectores puedan funcionar adecuadamente. En consecuencia, el telescopio ‘perdió la vista’ en dos de sus cuatro ‘ojos’, sin embargo, la NASA optó por hacerle continuar con las observaciones espaciales, redirigiéndolo a estudiar los asteroides y cometas.
La prolífica misión del WISE concluyó en 2011, pero los astrónomos siguen estudiando los datos recibidos hasta ese momento. Las imágenes del telescopio son, como mínimo, 1.000 veces más precisas que las de anteriores telescopios de infrarrojos.
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